Sábado 20.1.2024
/Última actualización 10:56
En la sala que está a su cargo, como tantas otras en Mar del Plata, el empresario puso en funciones una usina de pensamiento. Eso es bueno y peligroso. El pensamiento es el único que libera ataduras, rompe esquemas, oferta el caminito para crecer. Rotando en enero, tal vez cambiando días en febrero, se presentan allí dos obras de texto. Es eso, el texto, que obliga a pensar, mirar a los actores y mirarse.
La obra sobre Freud es más amplia, indica la confrontación de dos maneras de mirar la religión. La cuestión de la fe es mayúscula ayer, hoy y seguramente mañana. Cuando se invoca a Dios se trata de discutir sobre un absoluto. El trabajo de Machín es brillante desde el comienzo al final y advertir que “ese es Freud” no es otra cosa que una medalla que se refrenda en cada función. Hay una Viena original, la huida, el Londres de un momento justo en la historia del mundo occidental.
Viena es un eje del mundo. Revisar la historia de quienes nacieron en esos pagos es un desafío. Por allí una obra se emparenta con la otra que se presenta en esa sala, un diálogo entre dos personajes importantes. Un cazador y una presa. Aquí la oferta del texto se basa en una doctrina previa. Nuremberg definió que, por 22 jerarcas nazis condenados a morir por sus crímenes, la resolución del tribunal permitía la reconstrucción de Alemania sin cargar la mochila de la culpa en un pueblo entero. (Hitler, Himmler, Goebbels y otros altos mandos nazis no pudieron ser juzgados porque se suicidaron al final de la guerra. Otros 22 líderes nazis fueron juzgados en Nuremberg, incluyendo a Hermann Göring, Rudolf Hess y Hans Frank. Además, este tribunal decretó sentencia de muerte por la horca a 12 de ellos) En la obra se define el caso más emblemático del juicio. Uno de esos jerarcas que “era ignorante de cuanto pasaba”. En el texto Diament propone que se entienda: no hay nazi bueno y sólo la mentira o, más al fondo, encontrar un jerarca nazi bueno hacía más verosímil que los crímenes de guerra se cerrasen. El “cazador” de nazis es un trabajo actoral que roza la sobreactuación porque es tentador acorralar al otro personaje.
Tal vez la definición de los dramas es que los papeles ya están escritos y solo se trata de vivir en el escenario ese designio. En los dramas no hay escape, ése es el desafío, ofertar la posibilidad de encontrar una fisura y salvar al personaje de su destino o aceptar que podía ser otro. Conmover, inquirir (inquirirse) en la butaca el porqué.
En los dramas hay un camino escrito que hay que recorrer. Tarea de actores y directores. Machín es un ejemplo. Noher apunta a esa verdadera religión del actor: subo y soy eso que debería ser por el texto, pero debe aparecer algo más para que el espectador dude y en duda crea que hay otra salida.
Freud le lleva ventaja a Wiesenthal, tal vez por eso Machín es una pieza de relojería en una obra que es eso: un reloj que, toda vez que se lo actúa lleva a entender las manecillas y el destino. Es una pieza de éxito en el mundo. Noher parte una vuelta atrás. La obra de Diament es singular. Es el sicoanálisis y su función en el mundo occidental en un caso y la función de luchar contra el olvido en la otra.
Hay una avalancha de teoría sobre el comportamiento humano con dos ejemplos teatrales. Rottemberg es el que permite esa oferta en paredes que están a su cuidado. No llena Noher y no llena Machín. Atraen a quienes necesitan escaparse del sol del verano y encontrarse en una sala oscura con fantasmas propios y los de la humanidad. Puede decirse que, en ambos casos, los espectadores son los que se resisten a cerrar los ojos en un verano muy particular.
La particularidad de este verano es que los textos que se ofertan adquieren una dimensión (de actualidad) para la que no fueron preparados. Tal vez por eso el énfasis que lleva a Noher a acentuar su personaje, a forzarlo a lo que es cierto: no ha muerto la mentira en el funcionario público y la capacidad de sostener “yo no sabía”. Eso les cabe a los gobernantes actuales y los del pasado reciente. Noher lo enfatiza. Este cronista se pregunta: ¿hacía falta? No tengo esa respuesta.
El texto de Diament indica un punto: creí que era el mejor destino para Alemania, era joven, no sabía, por eso me afilié. La obra de Mark St. Germain es un diálogo sin vueltas, sin salida entre un Freud que se está yendo y un personaje que lo confronta y el desafío es que, tras las bromas, la ironía, aparezca el verdadero reto: pensemos en Dios, la trascendencia y lo que nadie quita, un verdadero antes y un inestimable después en el análisis del comportamiento humano. Eso es Freud.
Con Freud arranca un modo de entender a los hombres y su universalidad no tiene discusión: eso debe ofertar Machín al calzarse esa capa. Mírenme, cambié la forma de entender al hombre.
Wiesenthal es un hombre solo con un destino que no le permite escapar: “Vivo solo porque cacé hombres culpables que se habían escondido” eso podría decir y eso intenta presentar. Un texto redondo sobre un punto de luz. El de Noher no tiene, en el espectador no avisado, el que solo llega al teatro porque hace falta un poco de luz en tanta oscuridad, un conocimiento previo, tal vez por eso el énfasis en su personaje. Debe demostrar.
La diferencia, brutalmente dicha, es que Freud es una propuesta inatajable y Wiesenthal un personaje claramente perfilado para un momento y un trozo de historia. Su mensaje es “siempre habrá un Wiesenthal”. La igualdad es la que fabrica Rottemberg, en la misma sala, a la misma hora, uno hoy, otro mañana. Siempre el mandato: teatro de texto para avanzar, para pensar. Es un riesgo en ambos casos.
Tres detalles necesarios
Detalle Uno. Los actores Jean Pierre Noher y Ernesto Claudio llegaron a Mar del Plata para interpretar nueve funciones de “El cazador y el buen nazi”, una obra escrita por el dramaturgo argentino Mario Diament en el escenario del Teatro Bristol.
Todos los viernes, sábados y domingo de enero a las 20 ambos intérpretes contarán el singular encuentro que se produjo entre Simón Wiesenthal y Albert Speer.
Wiesenthal fue “el famoso cazador de nazis que llevó ante la justicia a más de 1.000 criminales nazis”, recordó Noher en una entrevista con La Capital de Mar del Plata. Mientras que Speer fue “un ex jerarca nazi, uno de los mejores amigos de Hitler, el ministro de armamento y producción de Hitler que increíblemente zafó de la pena capital en el Tribunal de Nuremberg, estuvo veinte años preso y se encontraron en 1975 varias veces”, narró el actor.
Detalle Dos. Con Luis Machín en el rol del doctor Sigmund Freud y Javier Lorenzo en el papel de C. S. Lewis, se inició la temporada de “La última sesión de Freud”.
La obra realiza funciones de lunes a miércoles a las 20 en enero y de domingos a miércoles durante febrero, en el teatro Bristol (Santa Fe 1751) de Mar del Plata.
La producción general de Sebastián Blutrach, se centra en el legendario psicoanalista Sigmund Freud, ya de más de 80 años de edad, que invita al joven y brillante académico C. S. Lewis a su casa en Londres. Ese día Inglaterra entra en la Segunda Guerra Mundial y ellos discuten sobre la existencia de Dios, el amor, el sexo y el significado de la vida.
“La última sesión” de Freud se estrenó en Nueva York el 22 de julio del 2010, y fue la sensación en la temporada 2010/11 recibiendo el premio off Broadway Alliance Award a la mejor obra. Londres, Madrid, Tokio, Río, Los Ángeles, Estocolmo, México, Chicago y Seattle fueron algunas de las ciudades donde se representó esta comedia.
Detalle Tres. Si en esta temporada de “teatro de verano”, tan rara en lo económico como en los datos del tiempo, alguien necesita un lugar iluminado el teatro Bristol lo asegura. Las razones por las cuales el empresario abrió las puertas al texto le pertenecen. Para el caso valen los actos. Todas las noches hay una luz encendida. Es más que suficiente para considerar que no todo está perdido; pero, a diferencia de la canción de Fito Páez, lo que se oferta es el pensamiento. Acaso otro cantautor lo define más perfectamente: el pensamiento no puede tomar asiento (Luis Eduardo Aute) Rottemberg acaso diría, déjelo que se siente, preciso vender entradas. Tendría razón. Ojalá. A la temporada le hace falta.