En el siglo XIX las historias contadas por entregas en un diario triunfaban, en el siglo XX se impuso la cultura del best-seller, y en el XXI Internet y las nuevas tecnologías han permitido que el libro electrónico se convierta en un claro competidor del papel. Veinte apuntes para una literatura argentina del siglo XXII es una introducción a la literatura argentina actual, y un acercamiento al modo en como se producirá literatura en un futuro. En comunicación con Julieta Novelli y Victoria Cóccaro, revisamos sus producciones, abordamos la literatura actual, y el futuro de las escrituras.
La escritora e investigadora Victoria Cóccaro para el libro Veinte apuntes para una literatura argentina del siglo XXII analizó las obras de tres poetas: Ioshua, Mariano Blatt y Marie Gouric. Dice: “Fue una propuesta de los editores, y si bien hay otras obras igual de relevantes, finalmente me pareció un buen recorte donde pensar sobre la poesía en relación a las transformaciones en los modos en que la escritura circula a partir de la comercialización de Internet. No solo por la mayor o menor importancia que tuvo internet en la difusión de las obras de estxs poetas, o de que se la refiera en los poemas, traté de pensar cómo el uso de tecnologías digitales afectó los modos de aparición de la escritura, cómo esa condición material modificó su visibilidad. En el texto pienso a la coyuntura del cambio de siglo que aborda el libro (1995-2020) no solo a partir de la llegada de internet sino también de, por ejemplo, la crisis económica y las formas de organización autogestivas que surgieron para hacerle frente, en particular, las editoriales independientes, las ferias, las galerías de arte y espacios de formación alternativos, ya que también tuvieron efectos sobre los modos en que la palabra circula”.
Por su parte, el tema que desarrolló Julieta Novelli aborda el proyecto editorial y espacio de arte Belleza y Felicidad, fundados a fines de los noventa por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón. “Especialmente, reflexioné sobre las posibilidades relacionales que habilitaron las formas de hacer arte que allí se proponían. Tanto la editorial como el espacio y, sobre todo, su concepción sobre la literatura y el arte se definieron, desde sus comienzos, por la apuesta por la amistad, el encuentro y el hacer con otros”. Luego continúa: “Me interesaba, además, pensar el arribo de las primeras conexiones de Internet y sus lógicas en nuestras computadoras, al interior de nuestras casas, mientras que paradojalmente las redes de estas artistas se expandían por la ciudad de Buenos Aires, primero, y poco a poco también a otros lugares del país, abriendo espacios y encuentros cara a cara. En este sentido, hacia el final del ensayo se traza un sensorium común con otras prácticas en red llevadas adelante también por poetas jóvenes como fue el ciclo de poesías Zapatos Rojos a cargo de Romina Freschi, Ximena Espeche y Karina Macció. Creo que tanto Belleza y Felicidad como Zapatos Rojos fueron espacios de reunión que siguen desplegando redes hasta nuestros días, en la medida en que las más interesantes prácticas editoriales, poéticas y artísticas, se ven en general atravesadas por la amistad y el hacer colectivo”.
La literatura como artefacto del pasado
Victoria dice que la literatura no es algo fechado en el pasado, su lenguaje, tono, tiempo, estructura no son únicos, sino que siempre se reinventa y es imposible que una escritura no se vea atravesada, de algún modo u otro, por la coyuntura en la que se produce. Luego afirma “Es cierto que quizás sí haya ciertas formas literarias que sean “del pasado”, en el sentido de que ya no funcionen para dar cuenta de nuestra experiencia contemporánea, un presente marcado por catástrofes ecológicas que, por no tener precedentes y expresarse con escalas temporales que exceden a la de la vida humana, parecen inverosímiles. Son sucesos que no pueden ser ni narrados ni concebidos desde, por ejemplo, la novela realista moderna. En ese sentido, sí, la literatura sería algo del pasado. Pero literatura, escritura, hacer algo con el lenguaje, inventar un tono, tiempo, estructura, es, podríamos decir, infinito”.
Por su parte, Julieta cree que no; Luego interviene “En la literatura contemporánea persisten procedimientos, tonos, temporalidades y valores que son, “del pasado”. Por supuesto que hay nuevas modulaciones o búsquedas que son propias del devenir literario. Creo que siempre se escribe, consciente o inconscientemente, con lo que está antes. Me pregunto, además, si sería posible delimitar un lenguaje o estructura de la literatura del pasado”.
Escrituras yoicas y de plataformas
¿Por qué el “yo” sería del futuro? Se pregunta Victoria, y luego responde: “Es un dispositivo que existe hace más de un siglo, no veo por qué sería específico del futuro. Se articula más bien al desarrollo del capitalismo, en cuanto la expresión de las emociones se volvió redituable. Sería mejor que, en el futuro, haya menos “yo” y más lazos con otros, nuevas formas gramaticales que nombren vínculos en los que el “yo” no sea el único norte de la existencia. No nos ha ido muy bien con el “yo”. Luego complementa la duda y dice: “No termino de entender qué serían escrituras de plataformas, ¿escrituras que se publican en plataformas, redes sociales? ¿O escrituras que están atravesadas por lo digital y que elaboran artísticamente esta materialidad y sus lógicas? En el primer caso, las plataformas o redes pueden tener, eventualmente, un efecto de ampliar la circulación de las escrituras, pero habría que ver si la escritura cambia por ese modo de “publicación” o si es solo un nuevo soporte. Si se trata de lo segundo, me parece que hay proyectos muy interesantes de lo que se conoce como “escrituras digitiales” o “escrituras electrónicas”, en cuanto interrogan lo digital desde adentro, encontrando otros usos de las plataformas, los algoritmos, la programación. Pero creo que es solo una parte y que en el futuro podrá haber otras maneras del arte, la poesía, la literatura que, quizás, alejadas de las plataformas en tema y apariencia, puedan abordarlas mejor”.
Julieta agrega que cree que estamos en un momento en el que hay un marcado interés por los diarios o las escrituras del yo. “Justo dos de los últimos libros que leí son diarios (Diario de la dispersión de Bléfari editado por Mansalva y Diario de los quince de I Acevedo editado por Bosque Energético). Es decir, no sé si son el futuro o el pasado, pienso que estas escrituras tienen una mayor visibilidad que puede verse en la profusión de publicaciones o de reediciones de los últimos años”, cierra.
Consultadas acerca de qué producciónes literarias consumen, Victoria respondió que lee todo lo que puede. “Nombro algunxs de los que leí en el último tiempo: Sergio Raimondi, Cynthia Edul, Martín Gambarotta, Lucía Bianco, José Villa, Vitoco López, María Salgado, Verónica Stigger, Mike Wilson, Verónica Gerber, Fisher, entre muchxs otrxs”; en tanto Julieta apuntó a: Acevedo , Sergio Bizzio, Mariano Blatt, Rosario Bléfari, Paula Galansky, Daiana Henderson, Fernanda Laguna, Tilsa Otta, Amelie Nothomb, Cecilia Pavón, Caterina Scicchitano, por mencionar algunos.
Victoria Cóccaro es de Buenos Aires, (1984). Doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Becaria postdoctoral del CONICET y docente de Teoría y Análisis de las Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. Es curadora del ciclo de poesía y sonoridades Procesadores de Textos.
Julieta Novelli es de La Plata, (1991). Profesora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente cursa el Doctorado en Letras de la UNLP. Ha publicado reseñas y artículos sobre ese tema en revistas especializadas, nacionales e internacionales. Integra el Centro de Teoría y Crítica Literaria del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET).
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