Martes 26.12.2023
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Bartolomé Esteban Murillo fue un pintor barroco español nacido en el mes de diciembre de 1617 en Sevilla y fallecido en abril de 1682 en la misma ciudad. La mayor parte de las obras de su autoría están centradas en temáticas religiosas, especialmente en la Virgen María y la vida de Jesús. Esta tendencia no es caprichosa, sino la obvia derivación de la intensa devoción religiosa que caracterizó a España durante el siglo XVII. Se asocia a Murillo con un enfoque cálido y naturalista, pero también existe consenso respecto a su maestría en la utilización de la luz y la sombra para crear efectos dramáticos.
Museo del LouvreMurillo sintetiza, en su vasta obra, las características principales del barroco español, época en que los artistas apuntaban a evocar emociones intensas. Utilizaban también el contraste entre luces y sombras para agregar dramatismo a las escenas elegidas. Aunque en su mayoría (como el caso del mismo Murillo) abordaban cuestiones religiosas, los barrocos españoles ponían mucha atención a los detalles de la anatomía humana. Por otra parte, la luz tenía un propósito estético y simbólico, asociado con lo celestial. Experimentaban con la representación del espacio para generar la sensación de profundidad y con la incorporación de colores vibrantes y ricos.
Miguel Calvo Santos sostiene que, “al principio Murillo adopta el típico naturalismo tenebrista de la época: contrastes lumínicos y naturalezas muertas realizadas con un dibujo preciso y tonos apagados. Después su obra se caracteriza por mostrar niños: el encanto infantil bajo un matiz del barroco decorativo italiano, sin tanto claroscuro y con una pincelada que empieza a adquirir la ligereza que imperará después. Su época de plenitud empieza hacia 1660, cuando sus lienzos tienen ya la típica soltura de pincel y la riqueza cromática y lumínica que caracterizan su mejor arte, que asombra por la capacidad compositiva y el uso de modelos que parecen estar vivos de verdad”.
"Autorretrato" de Murillo. Foto: National Gallery de LondresA pesar de que en los tiempos de Murillo la ciudad de Sevilla se erigía como un centro comercial pujante, sobre todo por su condición de puerto crucial para el intercambio con las colonias americanas, también era el escenario de grandes desigualdades económicas y sociales. Esto hacía de la pobreza una postal común en las calles. Murillo, gran observador, se hizo eco de esta realidad en sus pinturas, que trascienden en tal sentido lo religioso, que dominó su producción. “Joven mendigo”, óleo sobre lienzo también conocido como “Niño espulgándose”, es la primera representación en su obra de un chico de la calle, un marginal.
La pintura demuestra con precisión la capacidad que tenía Murillo de captar postales de la vida cotidiana con naturalismo y sensibilidad. La destreza técnica del artista, en este caso, está subordinada a su conexión con la experiencia humana. El hecho mismo de utilizar a un niño vulnerable, olvidado como modelo expresa una decisión, incluso política, en favor de los desprotegidos. Pero Murillo va más allá todavía, en la medida en que aporta a la obra, inocencia, espontaneidad y hasta cierto componente humorístico que elude la idealización.
"Niños comiendo uvas y melón". Foto: Pinacoteca Antigua de Múnich“La pintura retrata con gran detalle los harapos y la suciedad de un pequeño mientras se despioja; a sus pies yacen una canasta con manzanas y una vasija, casi como si fuera un bodegón. Su uso magistral del claroscuro, sin duda inspirado por Caravaggio, se traduce en un fuerte contraste de luz y sombras que realza la pose agraciada del pequeño”, sostiene Sofía Vargas en My Modern Art.
En el artículo “Murillo, la mirada serena del arte barroco español”, publicado en National Geographic, Enrique Valdivieso sostiene que el pintor “extrajo de la vida cotidiana una serie de tipos populares, mendigos, tullidos y enfermos, gentes de mísera condición, que se convirtieron en protagonistas de sus cuadros. En obras maestras como Niño espulgándose, Niños comiendo melones y uvas y Niños jugando a los dados, Murillo representó a los niños huérfanos, abandonados y sin familia que vivían en la calle utilizando su astucia, ingenio y habilidad para sobrevivir de un día para otro. Sus primeras creaciones estaban muy influidas por el estilo naturalista de la escuela sevillana, establecido por Velázquez y continuado por Zurbarán, y su aire de veracidad fue acogido con entusiasmo”.